Cuando me titulé de historiadora, el trabajo que realicé para obtener el grado fue una investigación genealógica en archivos y en terreno acerca de mi linaje paterno, por línea masculina. Mirando en retrospectiva esta idea de estudio se origina desde mi infancia ya que fue costumbre, por parte de nuestro padre y su entorno, el transmitirnos, oralmente, las diferentes vivencias cotidianas, costumbres y usos de su familia que estaba conformada por migrantes y comerciantes que se unía con una familia de tradición naval desde el siglo XIX.
Unido a lo anterior, tuvimos la suerte que tanto mi bisabuela y abuela paternas vivieron hasta la década de los noventa y ellas, patrimonio vivo, nos relataban cada episodio guardado en sus memorias, vinculado a los diferentes objetos que adornaban sus moradas y respondiendo a las preguntas que hacíamos en nuestras visitas. Pacientemente nos narraban con muchos detalles la historia familiar que recordaban entreteniendo nuestras tardes y fomentando nuestra imaginación.
Por otro lado, mi abuelo paterno, hijo único entre siete hermanas mujeres, que vivió su niñez en Iquique para trasladarse al internado de los SS.CC en Valparaíso donde se transformó en un connotado abogado y periodista, aficionado al cine, las grabaciones y fumador empedernido que murió a temprana edad, en su diario de vida, siguiendo la costumbre del abuelo Martín y del padre de este Serafín, el fundador de esta familia en América., nos relataba acerca del linaje de su familia y nos aportaba datos de sus averiguaciones realizadas en sus viajes a España y sembraba así la semilla de mi trabajo hoy, aunque desde otra perspectiva.
Gracias a todos ellos y mis preguntas naturales ¿Quién soy?, ¿Qué hago aquí?, ¿Dónde voy? Que respondían a la sensación extraña de no pertenencia o buscando a los orígenes, que ahora me doy cuenta buscaban o apuntaban más allá de los ancestros familiares de mi clan en esta vida, me comencé a dedicar al estudio de la genealogía.
La genealogía es una disciplina dedicada al estudio de los antepasados y la descendencia de una familia. La etimología de la palabra proviene del griego “genos” que significa descendencia o nacimiento y “logos” que significa conocimiento. Esta especialidad concede a un individuo la participación en un grupo amplio familiar, relacionados con la sangre procurando demostrar, a través de fuentes verídicas, la esencia o identidad de una persona, la raíz de la misma y sus orígenes. Mucho tiempo se utilizó para constatar el “pasado ilustre” de las familias: ratificar títulos nobiliarios, constatar cierta ostentación del linaje o derechos de descendencia reconocidos y no reconocidos.
En la época que vivimos, la genealogía es muy diferente a la época en la cuál me titulé, existen muchas redes genealógicas colaborativas en el mundo virtual, algunas más rigurosas en la constatación de datos que otras pero tienen plantillas para su construcción, un tanto estáticas. Las califico así ya que el concepto de familia ha evolucionado en los últimos tiempos y existe una clara diferencia con los modelos tradicionales que se manejan en estos sitios con la realidad familiar actual. Por ello, cuando se construye un “árbol genealógico” siempre puede surgir una idea caduca en base a ellos porque los modelos expuestos desconocen la diversidad de los modelos familiares presentes y validados en la actualidad.
Desde mi punto de vista, la genealogía es un instrumento que va más allá y es transversal a todos porque es una forma de honrar a nuestros ancestros, observar cómo heredamos los patrones familiares, personales, sociales, físicos, etc. Es decir, como somos herederos de memorias y vivimos, quizás, pasivamente con ellas porque no las hemos hecho conscientes y seguimos repitiendo episodios, generación tras generación. El árbol genealógico nos ayuda a construir nuestra vida desde otra óptica porque nos ayuda a develar y comprender programaciones inconscientes que tenemos y descubrir de dónde vienen para sanarlos y movernos en libertad. Más allá de una uniformidad, un árbol genealógico, nos puede ayudar a entender patrones familiares, abordar duelos, obtener información que no manejamos o conocemos para llegar a una comprensión familiar sin limitaciones ya que la genealogía es una red de parentescos, genética y afectos, no debe ser entendida un camino rígido sino como algo vivo y móvil ya que la realidad es reflejo de esto.
Nuestros ancestros siempre nos acompañan en nuestra vida cotidiana porque al igual que nosotros son energía en transformación y esta mirada nos ayuda a ver sus acciones y a ellos con amor, nos invita a ocupar el lugar que a nosotros nos corresponde superando las ideas o tabúes que han obstaculizado le expansión de nuestra esencia permitiéndonos fluir en energía.
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