Skip to main content

El movimiento es algo esencial para el cuerpo humano, de facto el movimiento es vida, a diferentes edades y en las circunstancias que nos encontremos, por lo general, siempre nos acompaña el movimiento de nuestro cuerpo, ya sea externo o interno, lo más importante es que estos movimientos que secundan nuestra esencia deben ser fuente de alegría y diversión, de vida plena, para que nos permitan tomar contacto o mantener la unión  con el sentir de nuestro propio cuerpo y que esto,  nos ayude a comunicarnos con otros para tener una relación consciente primero con nosotros mismos y luego con nuestro entorno.

Fue el hombre primitivo quién a través de la observación de la naturaleza y sus ciclos se percató del movimiento y del cambio de ésta, además de observar su propia capacidad para desplazarse de un lugar a otro, lo que le posibilitó ver y sentir paisajes que le enseñaban la circulación del fluir de las aguas, la transición del día a la noche, los movimientos estelares, el movimiento de la tierra o el crepitar de las hojas con el viento.

En el campo de la filosofía y la ciencia este fenómeno, el del movimiento,  fue abordado por los griegos de quiénes heredamos la máxima “que el movimiento se demuestra andando” y, entre otros, por Isaac Newton quién postula las tres leyes de la mecánica básica: la de inercia, fuerza y acción y reacción, posiciones que hoy se ven reafirmadas por los avances de la mecánica cuántica que nos señala la imposibilidad de fijar a la vez la posición y el momento de una partícula en el tiempo.

Durante el siglo XIV tuvo validez la teoría del ímpetus de Buridan, quién fue un escolástico francés inspirador del escepticismo religioso en Europa y nos indica que debe existir un motor original que proporciona al objeto que se mueve una fuerza, esta fuerza Buridan la llama ímpetus y ayuda al objeto a seguir en su andar hasta que se encuentra con otras fuerzas independientes a él. Teoría muy similar al momento que propone Galileo Galilei, a la cantidad de movimiento de Descartes o, al momento, del mencionado Newton.

Galilei va a proponer, desde la mecánica, que el momento es algo estrictamente dinámico porque deriva del “movimentum” (concerniente al movimiento) o sea será una virtud, noción o potencia eficaz, por la cual, el motor mueve y el móvil resiste. Desde la óptica cartesiana de Descartes quién ocasiona, en último término, el movimiento es Dios porque imprimió en la creación a cada objeto (materia) una dosis de movimiento que se irá perpetuando en el cosmos mediante el traspaso de un objeto a otro. Esto nos recuerda el principio de la termodinámica que proclama que la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma, y nos  lleva a concluir que el movimiento es energía, por lo cual nosotros y todo lo que nos rodea está compuesto de ella, por lo cual esta siempre en movimiento lo que es reafirmado por la física cuántica y sus estudios en la actualidad.

Lo anterior supone una novedad muy importante porque nos hace comprender que los cuerpos que se mueven, ya sea en esta tierra o en el cielo, tienen unas leyes iguales que los gobiernan, ayudando a unificar estas dos visiones, la celestial y la terrestre, que eran comprendidas como disímiles y por ende distantes.

Esto nos lleva a inferir que quizás la supuesta diferencia, que hacía que cielo y tierra “fueran incompatibles”, no se debe al movimiento en sí, sino a los tiempos que este tiene, así los tiempos humanos no logran entender los tiempos del cielo o la divinidad, quizás más ralentizados o raudos, según la percepción individual de cada uno y la circunstancia bajo la cual se dicte este juicio.

Así entendido el concepto de movimiento es mucho más amplio que la definición que hemos dado desde la mecánica o la física, si lo vemos desde esta perspectiva, se puede incluso afirmar que el movimiento es relativo desde la posición- velocidad y aceleración de quién lo realiza por una parte y de quién lo observa por otra, incluso desde la lógica de la física, llegando a señalar que cada uno tiene su “propio ritmo”, es decir propio tiempo y espacio.

Por lo pronto, esto lleva a que nos preguntemos ¿cuál es el verdadero motor del movimiento que está presente en el Universo y de nuestro propio movimiento?. En este punto, es importante  exponer que cada uno de nosotros posee fractales de alma que provienen del espíritu, es decir todos nosotros pertenecemos a un alma más grande que podemos llamar espíritu, esto implica que todos estamos unidos con todos y todos somos iguales en el espíritu, así si estamos lo suficientemente conscientes de esto, incluso podemos sentir como  siente el otro y en este caso, el alma mayor actúa en beneficio de todos, siempre y cuando seamos capaces de confiar y dejarnos guiar por ella. Si confiamos en el espíritu se producen los grandes movimientos del alma, porque este  motiva  al alma que está habitando cada cuerpo físico, en esta dimensión, a que también se mueva. Cuando tenemos conciencia de esto, en este plano, establecemos vínculos, sabemos que hacer para formar parte de un grupo o de algo y actuamos según esos designios,  por ello cuando comprendemos que procedemos de un lugar común y nos dejamos guiar por este espíritu o alma mayor logramos comprender que los grandes movimientos del alma no vienen personificados en un individuo en particular sino que su origen se encuentra en la fuente misma del Amor, la Confianza y la Libertad.

#movimiento,#movimientodelalma, #hombreprimitivo, #newton, #descartes, #observacióndelanaturaleza, #tiemposdelcielo, #tiempodelatierra, #leyesuniversales, #mecanicacuantica, #fisicacuantica, #concienciaconelentorno, #concienciaindividual, #concienciaconeltodo.

Leave a Reply