Los fractales del alma.
Hace un tiempo he escuchado que estamos constituidos de diferentes fractales del alma, cuya memoria despierta según lo que sea necesario que vivamos en esta encarnación o se “activan” por los procesos con los que estamos coexistiendo en esta vida. Así mismo, he oído que muchas estructuras naturales son de tipo fractal, incluso se habla de las formas de geometría sagrada por la cual está constituida nuestro cuerpo o que la música puede contener diseño fractal entonces nos preguntamos ¿Qué son realmente los fractales?, ¿cuáles son sus características?, ¿dónde se encuentran presentes?.
La palabra fractal deriva del latín fractus que significa quebrado, al cual se le agrega el sufijo al que hace alusión a lo relativo. El concepto de fractal es una expresión nueva de nuestro vocabulario y fue propuesta en el año 1975 por el matemático Benoit Mandelbrot y se refiere a un objeto geométrico donde su configuración elemental está supuestamente fraccionada o rota y, ésta se reitera en distintos niveles. Desde el punto de vista matemático podemos hablar de un fractal si una “cosa” en su dimensión medible es un número racional mayor que su dimensión topológica – espacial, o lo que es igual, a un objeto cuyos patrones alcanzan la tridimensionalidad.
A pesar de ser un neologismo, los cuerpos fractales estaban investigados en el campo matemático en el siglo XX en el contexto de la teoría de la medida que es un área de la geometría que estudia, tal como lo indica su nombre, las medidas en relación con las funciones medibles; Es decir los conceptos de longitud, área y volumen o lo que “se puede medir” y la integración de estas variables a dimensiones mayores y conceptos más abstractos.
En palabras, un poco más alejadas de la ortodoxia matemática, un fractal es un cuerpo geométrico irregular, por lo cual es difícil referirse a él en el vocabulario geométrico habitual y es como un espejo o un autosimilar porque su configuración mayor esta creada por reproducciones más pequeñas de la misma figura. Es decir el molde total está conformado por copias de menor tamaño iguales a su totalidad.
Existen fractales matemáticos y fractales naturales, ambos se diferencian porque la autosimilitud de las partes que conforman la totalidad o unidad en los naturales, son aproximados o estadísticos, en consecuencia, tienen algunas “mínimas” diferencias. Un fractal natural es una pieza de la naturaleza que se puede explicar por medio de la geometría fractal, como son el sistema circulatorio, los copos de nieve, el alma. Su imagen es un acercamiento a lo que realmente es, es una idealización porque van al infinito, pero tienen límites en el mundo natural (tangible o visible en la tercera dimensión).
Entonces ¿A qué nos podríamos referir cuando hablamos de los fractales del alma?. Si tomamos en consideración que la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma, podemos ver que nosotros como energía vamos y venimos de alguna parte que actuaría como reservorio o fuente de toda la energía del Universo. Estamos aquí y allá, en diferentes estados y tiempos de la misma energía.
En este sentido, tanto nuestra alma como nuestro cuerpo físico están en constante transformación ya que el Universo, en una dinámica sin fin, crea y conserva la información que se extiende y transmite ipso facto, en el mismo instante que se genera, a todos lados para replicarse. De esta manera los nuevos conocimientos o experiencias que nacen de los sucesos y acontecimientos que se producen entre los distintos miembros, cuerpos del sistema, o de diferentes organizaciones que conforman la totalidad dan origen a distintas realidades pero que tienen un mismo patrón o común denominador. Así un fractal es el diseño que tiene cierta armonía, similitud y correspondencia con la estructura mayor que lo contiene y a su vez nos ayuda a comprender como se reproduce y extiende la información, como energía, y como se encuentra y relaciona con otra energía para generar nuevas formas, que en su fractalidad son autosimilares a la energía de la fuente creadora, en este caso de la divinidad, de donde proviene nuestra alma y que algunos llaman el espíritu.
Por lo tanto, un fractal del alma es un fractal que proviene de Dios, tal como se dice en el Génesis “hechos a su imagen y semejanza”, como somos un fractal natural, tenemos similitud estadística, lo cual marca las diferencias y la evolución entre un alma y otra, somos iguales pero a la vez distintos, cada uno a su tiempo va en vías de despertar el propio poder creador, el corazón Crístico que habita en nuestro Ser particular para recordar que somos parte de la Totalidad en nuestra fractalidad.
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