Hace un par de semanas hablamos de las jerarquías celestiales, donde comentábamos que existían diferentes “rangos” para cada uno de los componentes de ésta y que había sido propuesta pseudo Dionisio Areopagita, seguida por Gregorio Magno y explicada por Santo Tomás de Aquino. En el primer escalafón se encuentran Serafines, Querubines y Tronos, el segundo grupo está compuesto por Dominaciones, Virtudes y Potestades y, en el último conjunto se ubican los Principados, Arcángeles y Ángeles.
Como mencionamos en el post anterior, cada uno de ellos cuenta con características y funciones diferenciadas que dependen de su respectiva naturaleza según los diversos oficios y funciones. Toda esta diversidad se reduce a tres grados: El sumo, el medio y el ínfimo. Por lo cual Dionisio señala en cada jerarquía tres órdenes. En la “sociedad” de los ángeles, todo se posee en común, pero algunas cosas unos las poseen más excelentemente que otros, esos son los dones que a cada grupo le ayudan a cumplir su misión.
Nosotros conocemos imperfectamente a los ángeles y sus oficios, por eso podemos diferenciar a grandes rasgos sus oficios y órdenes de los mismos, porque muchos se contienen en una misma esfera. Por ello hoy les hablaré de los Serafines, que se ubican en la llamada tríada superior o cielo del paraíso. Son los Ángeles que se encuentran más cerca de D os y su nombre “Lizrof”, que proviene del hebreo significa arder, significa que se queman por estar cerca de Dios, por ello es posible afirmar que en la nomenclatura de las jerarquías celestiales se observa que los nombres propios de cada uno de ellos designan sus respectivas propiedades. O dicho de otra manera el nombre de cada orden significa la participación de algo que está en Dios.
En el sentido anterior, los serafines, inspirados en la visión de Isaías (6, 1-3), tienen seis alas o tres pares de alas, con los cuáles se protegen de la inmensa luz de Dios porque están alrededor de su trono por ende están vinculados al fuego y al color rojo. Pseudo Dionisio explica que el vocablo Serafín por las cualidades del fuego, donde percibimos el “exceso” del calor, podemos distinguir tres cosas: Primero, el movimiento, que es hacia arriba y continuo, con lo cual se indica que los Serafines se mueven hacia Dios sin desviación posible. Segundo, su virtud activa, que es el calor, y que se encuentra en el sol como fuente de vida y en el fuego con una intensidad determinada porque es profunda en su actuar y se extiende hasta el último fragmento, y, además, con una fogosidad sobresaliente, lo que implica que el trabajo que efectúan estos ángeles tiene gran influencia sobr4e el resto de los siervos de Dios, alentándolos a una elevada devoción y acrisolándolos en su totalidad por el incendio. Tercero, podemos ver en el fuego su claridad, lo que implica que estos Ángeles tienen en su esencia una luz inacabable y que irradian perfectamente a otros.
Lo Serafines se encuentran en el reino de la bienaventuranza y el gozo puro, son los custodios de los lugares sagrados. Manifiestan la gloria de Dios en pura luz que se propaga a todo el universo, son los creadores de los milagros por ello conocidos como los Ángeles del milagro del amor. Por lo anterior ofrecen a la humanidad un amor eterno e incondicional.
Estos miembros de los reinos superiores puesto que son obra de Dios, nos permitirán conocer mejor a su Creador. Asimismo, todo concepto equivocado sobre los ángeles corromperá nuestro entendimiento de Dios ya que la naturaleza y propósito de los ángeles sólo pueden comprenderse adecuadamente en relación con Cristo, por y para quien fueron creados, no debemos olvidar que ellos están disponibles para nosotros siempre y cuando solicitemos su participación y acción en nuestra vida.
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